
03 Sep Impacto de las nuevas tecnologías en nuestra empresa: ¿Qué debemos tener en cuenta?
La Revolución Industrial 4.0 está cambiando el paradigma empresarial a nivel mundial. La brecha digital amenaza con dejar fuera del tablero de juego a aquellos que no se adapten. Los directivos que deben determinar las estrategias e inversiones de las corporaciones se encuentran con una espada de Damocles: cambiar o perecer en el intento. Estamos hablando de inversiones muy cuantiosas y de cambios muy drásticos en los engranajes de las empresas, por lo que el fracaso está a la orden del día.
Debemos tener en cuenta que las nuevas tecnologías afectan en términos generales a las empresas de cuatro posibles formas:
- Permiten crear un nuevo modelo de negocio basado en esta tecnología.
- Posibilitan readaptar un servicio y producto que ya existe y otorgarle un componente de innovación que los distinga de la competencia. Incluso convertir una debilidad en fortaleza.
- Facilitan ganar eficiencia mediante la optimización y automatización de procesos. De esta forma conseguimos destinar recursos a tareas que permiten explotar el talento de nuestra organización, poniendo siempre el foco en el cliente.
- El cuarto uso es algo más creativo y lo que postula es adaptar la aplicación de una tecnología pensada para una industria a otra para la que inicialmente no se había desarrollado.
Debemos tener cuidado, ya que no es oro todo lo que reluce. Existen burbujas acerca del impacto que tendrán algunas de las nuevas tecnologías, con una curva en la que las expectativas iniciales -generalmente infladas- se van adaptando y regulando en función de sus primeras implementaciones reales.
Más allá de este hecho, de esta discrepancia entre la teoría y la realidad, existen una serie de problemáticas que pueden tirar por tierra cualquier tipo de planteamiento, pese a lo acertado que pueda parecer de inicio.
¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de implantar una nueva tecnología?
El propósito general de la compañía
La regla básica que nunca debemos olvidar es volver a las bases fundacionales, regresar al propósito general de la compañía. Se trata del trinomio compuesto por el qué hacemos, cómo lo hacemos y porqué lo hacemos, el famoso círculo dorado de Simon Sinek.
Este propósito tiene que estar claro para todos los miembros de la compañía y debe trasladarse en forma de objetivos, de forma piramidal desde la cúpula de la organización hasta los diferentes departamentos para que ellos mismos los cumplan y puedan estar alineados. De esta forma evitamos fricciones al huir de metas contrapuestas entre diferentes áreas de la organización. Mediante la creación de tareas para cada departamento y el estudio de unos resultados medibles en forma de KPIs conseguiremos la imprescindible alineación.
Teniendo claro el propósito de la compañía y analizando las oportunidades que nos brindan las nuevas tecnologías, tenemos que determinar de qué manera nos permiten mejorar y/o modificar la forma en la que ayudamos a nuestros clientes.
No tiene sentido invertir sin pasar por este primer paso, no toda tecnología se adapta a nuestro sector e invertir en la misma sin un plan de acción concreto, sin unos objetivos determinados medibles, es un primer error de partida que tenemos que evitar a toda costa.
El triple horizonte temporal
Las decisiones estratégicas de las compañías se realizan en un triple horizonte temporal: corto, medio y largo plazo. No debemos descuidar ninguno de los mismos con una regla de oro que marca destinar a cada uno de ellos respectivamente el 70%/20%/10% de nuestros esfuerzos.
- Corto plazo: este horizonte marca las decisiones que mantienen y amplían nuestro negocio principal. Son acciones destinadas a potenciar nuestro éxito en el presente.
- Largo plazo: aquí nos encontramos con un horizonte más difuso e incierto. Requiere determinar hacia dónde se dirige nuestra industria y por lo tanto adaptarnos y prepararnos para estar en la línea de fuego cuando llegue.
- Medio plazo: entre el presente y el futuro se encuentra el puente que nos permite mantener lo que nos hace exitosos en el corto plazo y determinar las acciones que nos llevarán a transformarnos.
Las dimensiones sobre las que actúa la tecnología
Una vez que tenemos claro el propósito de la compañía, cómo nos pueden ayudar las nuevas tecnologías y el lugar hacia el que nos encaminamos en el medio y largo plazo, hay que actuar sobre tres dimensiones de la compañía de manera simultánea, no podemos obviar ninguna de ellas sí no queremos fracasar.
- Negocio: si hemos determinado que el propósito original de la compañía sigue siendo válido, pero debe adaptarse para permitirnos distinguirnos en aspectos como eficiencia, productividad y especialmente experiencia de cliente, tenemos que modificar el segundo anillo del círculo dorado: el “cómo hacemos”. Si por el contrario nuestro propósito general ya no es válido o suficiente y por ejemplo queremos ampliar líneas de negocio, deberemos evaluar si las nuevas tecnologías nos permiten añadir más círculos exteriores para nuestro anillo dorado.
- Tecnología: a expensas de ser repetitivos, se trata siempre de un medio y nunca de un fin. Debemos determinar cuál es la tecnología que debemos implantar y realizar un plan estructurado que no resulte traumático y que impida que la estructura colapse. Pese a que a medio y largo plazo la renovación pueda ser profunda, debemos establecer un itinerario factible que nos permita medir y reaccionar ante posibles comportamientos inesperados.
- Personas: de nada sirve adaptar procesos y tecnologías y no reciclar o transformar nuestra fuerza productiva para que pueda sacar el máximo partido desde el minuto uno a las nuevas tecnologías. Se trata de un aspecto que se menoscaba de manera habitual y que conduce a unos puntos de fricción bastante importantes. Hay que tener muy en cuenta el talento tecnológico y digital de nuestros miembros para crear un plan de acción que puede ir desde la formación hasta la captación de nuevo talento.
La cultura de trabajo colaborativo: EQUIPO
La cultura de trabajo colaborativo exige inmediatez, eficacia y eficiencia en la toma de decisiones y en la aplicación de nuestros procesos. Para ello es vital descentralizar y que en todas las acciones de cada departamento todo quede supeditado al porqué de la compañía, poniendo siempre en el centro al cliente y a su experiencia con nuestros productos y servicios. Tenemos que diseñar los Team Mantras que permiten tomar fácilmente decisiones acordes con el propósito de la compañía, sin depender de jerarquías y pasos intermedios que ralentizan el proceso.
La atención al cliente parte de todos los departamentos que interactúan con los clientes, tanto las áreas de posventa y finanzas, así como las de contabilidad y ventas. La creación de Buyer Personas no es únicamente tarea de marketing y ventas, cada vez está todo más interrelacionado y debemos conseguir implantar un sistema y unos procesos que involucren a toda la organización como la maquinaria más ajustada y precisa posible. Alineados, con el mismo objetivo, compartiendo conocimientos y con una mentalidad de EQUIPO.
Una actitud muy importante a la hora de acometer un proyecto de transformación digital es la perseverancia y constancia, de nada sirve dejarse llevar por el día a día y alargar e incumplir el itinerario, ya que la competencia avanza a una velocidad de vértigo y las oportunidades no te van a esperar para siempre. Paso a paso, pero de manera firme y decidida.
El patrocinador de un proyecto de transformación digital debe involucrar desde la cúspide de la organización hasta el último integrante de los equipos. Debemos contar con unos socios competentes y expertos en la materia y con un plan de acción concreto que contenga objetivos medibles en el triple horizonte temporal.
Sin comentarios